Otro día más

Como cada mañana me desperté entre los frescos muros del templo, era un alivio vivir en aquel lugar, o al menos así sería si no sintiera la espantosa necesidad de aparecer de nuevo en mi hogar, la casa que se encontraba a la otra orilla del río, y sentir el calor de mi familia, pero las personas a las que yo consideraba mi familia no sentían lo mismo por mi y su rechazo era lo que me había llevado a vivir en este lugar.
Debía sacar ya de mi cabeza esos pensamientos, era un nuevo día y quería hacer algo útil, de nada me serviría quedarme ahí.

Tenía ganas de comer algo, me apetecía algo de fruta, pensé en una selva en la que estuve hace pocos meses y en la cual podría desayunar de lujo, me concentré y un segundo más tarde estaba allí, en medio de unos cocoteros, desayuné, paseé un poco por aquella selva y decidí cambiar de lugar, ¿Dónde podría ir ahora?, volvería a mi hogar, no se me ocurría nada mejor que hacer.

Estuve un rato haciendo algo que solía hacer a menudo, intentar encontrar restos de las representaciones de Hatshepsut y Senenmut, ordenadas eliminar por Tutmosis III, otra muestra más de la envidia, un factor odioso de la historia del hombre.
Solo pude encontrar una pequeña estatua cubo de Senenmut con Neferura, y la coloqué en mi esquina-museo.

Salí a las afueras del palacio y me senté en una de las terrazas, por suerte aun era demasiado pronto para que comenzaran a llegar los turistas, a ciertas horas era imposible estar allí con tanto ajetreo. A la hora de las visitas me iría a otro lugar, mientras tanto estaría allí contemplando los magníficos relieves...

Estaba cansado de mi viaje en el avión. Habían sido muchas horas de vuelo, desde mi residencia en Irlanda, pero había valido la pena. Además de para ver los maravillosos monumentos, este era un sitio bastante improbable de que me encontraran los asesinos de mi hermano. Como un poderoso mago del agua que era, el agua era mi elemento. Me sentía mucho mejor en las zonas con mucha agua, por eso no sería facil encontrarme en un sitio tan seco, con tan poca agua.

Empecé a andar hacia el templo, asandome de calor. La botella de agua hacía mucho que se me había acabado, y me esaba muriendo por la sed, yo no estaba hecho para ese tipo de clima. Mi gente vivía en un archipielago enorme, con climas muy humedos, nada de tan secos. Usé mi dominio sobre el agua, para absorver la poca humedad del aire y condensarla en agua liquida dentro de mi cantimplora. Luego me eché un trago.

A la media hora llegué al rio Nilo, y luego a un templo antiguo, muy antiguo, y muy hermoso. Subí unas escaleras y vi que había allí, en la sombra, una chica joven, muy guapa, que parecía que estaba descansando allí. Me acerqué a ella, y enseguida me di cuenta de que ella tambien era una bruja. Eso no me lo esperaba. Ella podía decidir que estaba allí para espiarla o para atacarla, y que ella me intentara atacar antes de que lo hiciera yo. Los magos y las brujas, podíamos llegar a ser muy desconfiados.

Me acerqué a ella con las palmas levantadas hacia arriba, el simbolo universal de quien no tiene nada que ocultar, y le dije:

-Hola, mi nombre es Cathan, ¿y tu?

Mientras observaba los relieves noté una sombra que se acercaba, giré mi rostro y vi un hombre alto y moreno, pero en seguida noté que era un brujo, se acercó con los brazos en alto.

Me puse de pie y me acerqué a él- no te preocupes, no voy a atacarte, a no ser que sea lo que buscas, la verdad es que una pela no me vendría mal ahora, que día más aburrido…- le tendí mi mano- yo soy Maât

Vaya, así que a ella le gustaba pelear para matar el aburrimiento. Yo por mi parte estaba aburrido de pelear

-No, la verdad es que no me apetece mucho una pelea en este momento, digamos que mi vida es bastante violenta, he tenido que pelear a menudo para sobrevivir.

Miré los alrededores, el paisaje y le pregunté:

-¿Vives aquí?, yo he venido de viaje, a ver este sitio, y a alejarme de mi vida por un tiempo. Creo que este sitio es maravilloso, demasiado seco para mi gusto, pero aun así maravilloso.