Paseando por el acantilado

Estaba solo, bastante solo, desesperadamente solo. Pero mejor era la soledad que la muerte o la persecución. Había pasado toda mi vida huyendo, de mi pasado, y de mi familia, que enviaba oleadas de asesinos para buscarme por el mundo y matarme. Sólo por ser el hermano gemelo del emperador de la Atlántida, ese tirano. Desgraciadamente, yo no podía volver allí y aclarar la situación. La frontera mágica de la Atlántida, el llamado Mar de las Tormentas, vagaba sin rumbo, y nadie sabía donde o cuando iba a aparecer. Y luego estaba el propio mar. No lo llamaban en Mar de las Tormentas por nada. Barco que entraba en el, barco que acababa en el fondo, sin excepción, a menos que hubiera a bordo, un poderoso mago del agua, o fuera un barco atlante, que llevaban, según me había contado mi maestro, algo capaz de calmar ese mar. Yo, con mi poder, hubiera sido capaz de dominarlo, y volver a casa para enfrentarme a mi hermano, y ver a mi madre que no veía desde hacía 24 años, desde la noche de mi nacimiento. Pero para poder hacerlo, necesitaba un amuleto que no tenía, algo capaz de hacer que pudiera encontrar el fatidico mar, para que pudiera adentrarme en él.

*Si viniera otro de los asesinos de mi hermano, quizás si le venciera, pudiera coger su amuleto.* Pero no iba a engañarme. En una lucha contra los asesinos de mi hermano, tenía pocas posibilidades. Mi hermano se había rendido y había puesto todo el poder en el Dominio. El Dominio era una cruenta religión, según la cual el fuego era el centro de todo, y todos los demás elementos y quienes tenían algún tipo de relación con ellos, eran herejes que debían ser eliminados. Comparandolos con el mundo no mágico donde vivía, el Domino había sido algo así como las Cruzadas, o la Inquisición española, pero ellos no contaban con expertos magos del fuego que perseguían a la gente a traves del mundo. O los fatidicos Sacri, la élite de los soldados, fanáticos religiosos, incapaces de sentir piedad, compasión por nadie.

De repente oí un sonido detrás de mi, como pisadas silenciosas, pasos que podrían haber sido de un asesino perfectamente. *¿Me habrán encontrado por fin? espero sinceramente que no*

Saqué el arco que llevaba a mi espallda y coloqué una flecha. Tensé y me puse en posición para disparar. De repente apareció alguien, pero no tenia pinta de asesino....

Tenia un asuntito que resolver en Irlanda, peor antes, me la pase vagando por muchos lugares, esuve en Dublin y fui a un concierto, y despues de unos dias, decidi ir a los Acantilados de Moher... Lugares extrañamente bellisimo, apesar de no ser Rusia.
Camine un rato entre las rocas, y subi a una muy alta, una vez arriba me di cuenta de que no estaba sola, y que el chico delante de mi me apuntaba con un arco y una flecha, una sonrisa torcida se dibujo en mi rostro.

- ¿Inocente? - solte una risita - Un gusto, me llamo Melanie - extendi mi mano y se la ofreci cuando aun no bajaba el arco.

La que había aparecido en el acantilado era una muchacha joven, muy hermosa, de piel muy pálida. Como mago que era, me di cuenta en seguida de que ella no era humana. Pude darme cuenta de que era una vampira.

Ya había conocido anteriormente a algunos miembros de esa raza. Bajé el arco. Por lo que yo sabía de los vampiros, era un arma inútil contra ellos, ya que su piel era dura como la propia roca. *De nada me va a servir ofenderla apuntándola con un arco. Es muchísimo más rápida y más fuerte que yo, y con esto no iba a mejorar nada*

Teniendo en cuenta que mi hermano odiaba a todas las criaturas que no fueran humanas, ella no podía haber sido enviada para matarme. Además, había algo en ella que me resultaba agradable. Quizás se debiera al color casi dorado de sus ojos.

Avancé hacia ella, y le tendí la mano. Me estremecí un momento por el contacto de su piel extremadamente fría, de una frialdad antinatural en un ser humano. Pero claro, ella no lo era.

-Mucho gusto en conocerte, mi nombre es Cathan. Siento si te he asustado con el arco, aunque no lo creo, ya que no podría dañarte con él, pero es que pensaba que eras un asesino enviado a matarme. ¿Qué es lo que estás haciendo por esta zona?, Quizás pueda ayudarte.

- El gusto es mio, Cathan.

Le sonrei y todo lo que dijo despues de su nombre me llamó mucho la atencion,antes de volver a hablar olisquie el aire y descubri que el era... menos humano, su sangre no me llamaba tanto.

- No, no te preocupes, Cathan... ¿Como sabes que no podrias dañarme? ¿Y que es eso de que te enviaron personas a matarte? - ladee mi cabeza y sonrei - Solo de paseo, gracias.

El chico se veia... agradable, y por su aspecto, le calcule un tanto de edad mas que yo...¿Pero cuanto? ¿Seria un demonio, como Noam? ¿O un mago? ¿O un angel? No, no le veia las alas, asi que guarde silencio para ver si descubria algo mas.

Ella me caía bien, muy bien, como nadie me había caido hasta entonces. Normalmente la gente andaba recelosa a mi alrededor, como si intuyeran que yo podñia hacer cosas que ellos no podrían hacer jamas, ya que a fin de cuentas, los magos, nacen, no se hacen.

Pero con Melanie, no tenía que andar fingiendo. Podía decirle la verdad, aunque me reservaría algunas cosas para no ponerla en peligro.

-Se que no podría dañarte porque he notado que no eres humana, sino una vampira. No te preocupes, lo se porque soy un mago, y porque he conocido anteriormente a miembros de tu raza, aunque ninguno tan simpático como tu. Y en cuanto a porqué pensaba que eras un asesino, no puedo explicartelo del todo, para no ponerte en peligro, pero puedo decirte algunas cosas. Estoy exiliado. Mi hermano gemelo es el emperador de un lugar que no puedo revelarte ni el nombre ni su localización, ya que saber eso haría que los que me persiguen intentaran hacerte daño. Mi hermano, es un tirano, un dictador, y quiere matarme para impedir que lleve la paz a su imperio. Ha estado toda mi vida enviandome asesinos para matarme, por eso pensaba que podrías ser uno. La verdad es que es una vida algo solitaria, siempre huyendo, siempre desconfiando de los humanos....

Le sonreí, para no dar la impresión de abatimiento, y le dije:

-Bueno, no quiero aburrirte con mi espantosa vida, así que, ¿qué me cuentas de ti?, ¿tienes familia?, ah, y una cosa, los vampiros con los que me he cruzado antes tenían los ojos rojos. ¿Por qué tu los tienes dorados?

Escuche con atencion todo lo que dijo. "Muy misterioso" pensé y me rei para mis adentros. No me sorprendio mucho que supiera que era vampira, porque justo despues menciono que era mago. Nunca habia tenido la oportunidad de conocer alguno, asi que mi lado curioso se activo, pero decidi dejarlo ahi, se veia que tenia problemas con su hermano en ese lugar misterioso, asi que decidi portarme como una amiga y dejar para el sus asusntos. Me sorprendi de que pudiera estar a tan corta distancia de un semi-humano, ya que su sangre no me llamaba tanto, a pesar de haber vivido un siglo, y de ser vegetariana, no podia negar mi instinto.

- No tienes que uir de mi, Cathan. Si tu quieres podemos ser amigos - Le dedique una de mis sonrisas, me encantaba tener amigos, y nunca me fijaba en su "especie"... Taty pensaba que eso era un problema.

Escuche lo que me pregunto e hice un ademan con la mano:

- No eres aburrido, Cathan!! A decir verdad, siempre me ha gustado escuchar sobre la vida de los demás - sonreí - Si, tengo familia. Somos de Rusia, la familia Tretiakova. Mis hermanas se llaman Tatiyana y Aleksandra, y tengo otros 3, pero anan viajando por ahi - le sonrei cuando pregunto sobre mis ojos - Fui educada para no "desayunarme" humanos, vivo de sangre de animales.

Me sentia orgullosa de decirlo, Ale nos habia criado bien.

Ser amigo de ella, algo que nunca se me habría ocurrido, que una criatura tan fascinante como era ella, pudiera querer ser amigo de alguien como yo. La verdad es que durante mi vida no había tenido muchos amigos, toda mi vida huyendo, escondiéndome de los demás, para evitar que mi presencia les dañara…

-La verdad, Melanie, es que me encantaría ser tu amigo. Me pareces una persona maravillosa, y muy interesante, creo que nos llevaremos bien.

En ese momento me di cuenta de una cosa que había dicho. Me llevé tal impresión que dejé de andar y me quedé mirándola fijamente:

-¿No atacas a los humanos?, ¿puedes vivir a partir de los animales?, Sin duda eres alguien excepcional, nunca había oído hablar de un vampiro que no atacara a los humanos. Debes de ser muy valiente por ser capaz de resistir la sed, la verdad es que no había conocido nunca a nadie tan buena, capaz de resistirse a su propia naturaleza para no dañar a los demás.
Seguimos andando por el acantilado, y de repente tomé una decisión.

-¿Qué te parece si nos vamos de viaje a alguna parte, por ejemplo a Rusia? Nunca he estado en Rusia, y podrías enseñármelo, será divertido. O si quieres a otra parte, lo que tu quieras.

Esperé su contestación. Por mi parte no había problema. Dinero no me faltaba precisamente, y además, tras la muerte de mi tutor, ya no me quedaba nada ni nadie aquí. Me apetecía salir a conocer el mundo.

Sonreí cuando Cathan me algó. A todo el planeta le gustaba que lo hicieran, y mas aun a mi. Sin embargo, contesté debilmente, como apenada.

- Gracias, deberias conocer a mi familia y a unas amigas - sonreí orgullosa - Somos todas vegetarianas.

Seguimos caminando mientras la imagen de mi familia y de la de Simmone llegaba a mi cabeza. Las quiera demasiado a esas chicas!! Eran todo para mi.
Escuche con atencion su propuesta y casi salto de la emocion. ¡Viajar es mi pasión! Y cuando dijo Rusia, me pareció muy buena idea, así podria presentarle a mis hermanas y amigas.

- ¡Si! ¡Claro que si! Te enseñare toda Rusia, y podrás conocer a mi familia y a mis amigas, ¡Será tan divertido!

¡Mis hermanas adorarían a Cathan! Sonaba tan divertido que una sonrisa enorme apareció en mi cara y no se borró.

Sonreí encantado cuando ella aceptó. Como era normal en mi, y extraño en todos los demás, no me sentía incomodo en presencia de criaturas que no eran humanas. El lado de mi ser que controlaba el miedo debía de estar estropeado. Cualquier otro se lo hubiera pensado antes de irse de viaje con huma vampira a conocer a otros vampiros. A mi sin embargo me parecía algo maravilloso.

-Me encantará conocer a tu familia y a tus amigos, si se parecen en algo a ti, nos llevaremos muy bien. Por mi no hay problema, podemos salir cuando quieras, nadie me espera aquí, así que vamonos a conocer el mundo.